Tuesday, January 13, 2004

Como el ave Fenix... el retorno del (otro) rey.
Regresa Esculpiendo Milagros


¿Mejor una existencia frágil que ninguna? Dudo que este postulado sea verdad en todos los contextos. Si ese fuera el caso, disminuiría considerablemente el índice de suicidios.
La historia de Esculpiendo Milagros transcurrió entre la fragilidad y la inexistencia, reflejo fiel de la Argentina de la última década. Eso creía. Hasta que una serie de circunstancias se encadenaron para convencerme de que la revista dejó alguna huella.
La primera, Rafa Dorado, editor de la publicación española Margen, insistió en reeditar algunos viejos artículos de Esculpiendo. El de música posindustrial puede leerse en el número actual de Margen y el dossier de kraut rock saldrá en los próximos.
La segunda, a raíz del comentario sobre el número póstumo de Esculpiendo en papel que Humberto Luna subió a su página web llovieron cantidades de e-mails preguntando por la reaparición de la revista.
La otra, la sorpresa que me causó hallar desperdigada por algunos blogs una acalorada polémica sobre Esculpiendo y cuestiones afines cuya última metamorfosis parece ser la ira que despertó la votación sobre los mejores discos del año que Jorge Fernández estampó en el blog de Mal Elemento.
Vale la pena detenerse un instante en esas discusiones. No sé si son constructivas. Siempre subjetivas, algunas (pocas) con saludable sentido del humor, me parecen en general bastante provincianas. Llevan adheridas un indeleble tufillo a cosa rancia, un poco pasada. Ciertas polémicas (Esculpiendo vs. Revolver, Cambiasso vs. Schanton, la recalcitrante acusación de elitistas) deberían tener fecha de vencimiento. Para no repetir esa característica tan argentina de girar en círculos para terminar en el mismo lugar.
Pero no quiero ser injusto. Hay algo estimulante en esos intercambios, que traducen una sensación de orfandad bien real. Una necesidad de comunicarse y una alarmante escasez de interlocutores. Mejor una reacción crítica o negativa que la indiferencia. Pongamos por caso, nadie se indigna con la Rolling Stone porque nadie se juega en la Rolling Stone.
Se equivocan los que se enojan con Fernández. Hay algo mezquino en eso de ofuscarse porque a Jorge le gusta Supersilent (o cualquier otro grupo que algunos autoelegidos catalogan de "raro"), esa cosa argentina de si yo no lo conozco entonces no existe.
Argentina no es el centro del mundo sino apenas un país arruinado que no le interesa a (casi) nadie excepto a unos cuantos argentinos. Y a juzgar por los imbéciles que nos gobernaron y los que nos gobernarán, la clase dirigente no se encuentra entre ellos.
Doce años despues de la primera Escupiendo -¿se acuerdan de esa tapa a un color de Jesus & Mary Chain?- el país está en terapia intensiva. Pero la web ha hecho del mundo un lugar más grande. La diáspora ha alcanzado también a los miembros de la revista. Algunos nos hemos ido al exterior.
Por ende, la nueva versión de Esculpiendo aspira a un público más vasto, a todo el que comparta la música que nos interesa, las cosas que nos obsesionan, y pueda leer en español. Esté donde esté.
Aquí habrá de todo: Spinetta y Supersilent, psicodelia latinoamericana y escandinava, rock argentino y sound poetry, comentario de recitales en Buenos Aires, en Nueva York, en Berlín o en cualquier lugar del planeta donde se encuentre alguno de nosotros.
En fin. Esculpiendo se resiste a morir. Y nadie tiene derecho a decirle a otro cómo debe vivir. Mejor una existencia digna que una frágil. Ningún destino está prefijado de antemano. La felicidad no está escrita en ninguna geografía. Es lo que hacemos todos los días de nuestras vidas. Estemos donde estemos.
Bienvenidos a la versión (más) cosmopolita de Esculpiendo, formato internacional.

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