Sunday, April 25, 2004

Live Forever: Homo homini lupus, femina feminae lupior, clericus clerico lupissimus

El Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, dirigido en su sexta edición –y como esperamos que sea siempre— por Eduardo "Quintín" Antin, dio a los argentinos y a los extranjeros que visitan nuestra capital la posibilidad de ver el cine que no miramos. Esta mirada Otra también se dirige a la música. Una sección especial del Festival fue por primera vez en seis años cien por ciento musical. La oportunidad de revisitar los fenómenos de la década (perdida) de 1990 resultó a la vez gozosa y deconstruccionista. Desde el Reino Unido nos llegó el film del británico John Dower, Live Forever. Los años en que fuimos Brit-Pop aparecieron desnudados en su banalidad y en su nacionalismo rampante. Como dijo alguna vez la vieja Esculpiendo Milagros, fue un fenómeno creado por la oratoria de los semanarios británicos. Cuando hoy escuchamos, con diez años más, a los hermanos Gallagher, a Jarvis Cocker, y sobre todo, a Damon Albarn y a las chicas de Elástica, nos damos cuenta de que el balance actual es diferente, incluso denigrante, en comparación con nuestros juicios de aquellos años antes de Tony Blair. ¿En qué nos equivocamos? Me atrevo a decir que en nuestras paupérrimas informaciones. Es una buena oportunidad reparar los errores pretéritos, corregir el futuro con el pasado, y aguzar nuestras escuchas a las músicas que transcurren en los caminos paralelos al pop. Acerca del horizonte de esos márgenes apunta Live Forever, un film que no es indulgente, pero que tampoco es una denuncia, ni mucho menos una interdicción. John Dower sabe ubicarse en un punto de equilibrio entre la memorabilia y la crítica. Ojalá que muchos pop-writers atiendan a una lección enseñada sin ninguna pedagogía.

Eduardo Nureyewicz

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