Friday, August 31, 2007

Faust: This is the time we are in love with.


¡Por fin un libro sobre Faust!, tal vez la banda más legendaria de todo el rock alemán de los setenta. Y debo decir que, a juzgar por lo que se lee en Faust. Stretch out time: 1970- 1975, su autor, Andy Wilson, se muestra a la altura de la tarea. Habrán ayudado sus diez años como webmaster de las Faust pages, excelente recopilación en inglés de todas las cosas fáusticas de ayer, de hoy y de mañana.
Puesto que lo esencial es invisible a los ojos, no es nada sencillo explicar los méritos de este opúsculo de módicas pero inteligentes 200 páginas. La parte central de Strech out time (algo así como el tiempo extendido) consiste en una lectura detallada -disco por disco y tema por tema- de su opus clásico: Faust I, So Far, Outside the Dream Syndicate (con Tony Conrad), Faust Tapes, Faust IV, Munich & Elsewhere. Los comentarios son atinados la mayoría de las veces pero me temo que resultarán arduos para quien no esté al tanto de su discografía. De hecho, sólo se aprecian en la medida en que uno los repasa mientras escucha los discos. No obstante, un análisis tan puntilloso de las canciones, a riesgo de ser un tanto fastidioso, parece la opción más prudente ante las versiones cruzadas y contradictorias acerca del devenir de Faust, cosa que sus miembros se encargaron de alimentar para ensanchar la leyenda. En este aspecto, la elección de Wilson es claramente hermenéutica y, a diferencia de tanta prensa actual, arriesga interpretaciones personales y argumenta sus posiciones con convicción.
Una introducción autobiográfica traduce nuestra inveterada costumbre de periodistas de participar del asunto contando la historia de nuestra recepción de la banda (cómo llegué a Faust por primera vez, etc., etc.) pero no aporta demasiado. Un intento por ubicar al grupo en el contexto del kraut-rock tiene sus momentos aunque peque de una generalidad excesiva. El capítulo siguiente ofrece en cambio lo más parecido a una versión definitiva de los comienzos de Faust a la que podemos aspirar hoy día. Es en los dos últimos -una reflexión sesuda acerca del tiempo en la música y una comparación con la obra de Zappa- donde aparece el mejor Wilson. El primero justifica el título del libro (que ahora bautiza también a uno de los múltiples fragmentos que componen el Faust Tapes) con una larga disquisición acerca del tiempo muerto y vacío de la música mercantilizada, un razonamiento que no oculta su deuda adorniana.
El otro asume a Zappa como una de las influencias prominentes de Faust (junto con Velvet Underground) pero demarca el territorio que distingue las veleidades de alta cultura del norteamericano en relación con el anarquismo irresponsablemente encantador de los alemanes. Me hubiera gustado leer también un análisis ampliado que señalara la importancia de ambos (Zappa y Velvet) en el rock alemán de la época. Y algunas páginas que aludieran al antecedente de los Monks, extraordinaria banda antibeat de GIs a los que Irmler (el tecladista de Faust) viera, en su adolescencia, en una memorable aparición televisiva en el Beat Club. Seguro que allí se sembraron las semillas de lo que poco después sería el tema más celebrado de los germanos: “It´s a Rainy Day (Sunshine Girl)”.
Sin embargo, no se dejen engañar por mis exagerados reparos de fanático. El libro abunda en revelaciones parciales. Y es el tono ideológico (bastante marxista, debo decir) que le imprime su autor lo que lo vuelve interesante. No hay aquí concesión alguna al pop comercializado (maravilloso el momento en que Wilson acusa al inflacionado periodista británico Paul Morley de detentar un “populismo bovino”) y sí, en cambio, un conocimiento muy profundo de la música y el arte experimentales. Wilson es consciente del medio politizado de la nueva izquierda en el que participaba Uwe Nettelbeck, de las pretensiones mercantilistas del sello Virgin ocultas tras su retórica avant-garde, de ciertas inspiraciones del arte moderno (del suprematismo a Fluxus) y de una oscurísima y fascinante cadena de combos que deben algo de su estética y de su sonido a las anticipaciones faustianas: DDAA, Doo-dooettes, Homosexuals, S/T, Ectogram, Nurse with Wound (NWW) y demás.
Completan el libro una bibliografía acotada pero importante, una detallada discografía, una buena cantidad de fotos (en blanco y negro, puesto que la edición del texto es autoproducida), el mítico manifiesto que la banda entregó en sus recitales británicos del ’73, y notas y artículos de la época desperdigados aquí y allá. Los amantes del gossip hallarán también una considerable provisión de anécdotas disparatadas sobre los días álgidos de uno de los grupos fundacionales del rock experimental.

Wednesday, August 22, 2007

Guitarra vas a llorar

Ül es un trío de guitarras integrado por Anla Courtis, Fernando Perales y Charly Zaragoza. Cuentan con dos discos recientes en su haber: Astropecuario, editado por el sello escocés Pjorn y Ül 2, en el argentino Facón records. Tuve ocasión de verlos juntos por primera vez en un contexto un poco diferente, como parte de la banda de acompañamiento del ex Can Damo Suzuki en el teatro Empire.
Por momentos usan una guitarra como sostén para construir encima cierta arquitectura sonora que coquetea con el noise y la improvisación. En otras ocasiones, como en gran parte de su segunda placa, la cosa adquiere una densidad notable y genera un sonido bien oscuro, digno de ese doom ralentado hasta lo intolerable que caracteriza a grupos como Khanate. La exploración del instrumento a través de técnicas extendidas y su amor por la materialidad misma de la electricidad redundan en beneficio de un tejido fuertemente texturado, cuyas evoluciones graduales requieran de la mayor concentración. Ayuda el uso decidido y criterioso de efectos y pedales.
En última instancia, Ül es un grupo rockero, dispuesto a flirtear hasta el infinito con ese ícono del rock’n’roll por excelencia: la guitarra eléctrica. Claro que lo suyo no intenta revivir glorias pasadas como en la horrenda escena del rock nacional contemporáneo. Más bien es una apuesta a un futuro que el presente ya permite vislumbrar, el de aquello que persiste cuando se renuncia al ritmo venerable y cansino del 4/4. Eso (y la ausencia de melodía en el sentido tradicional) bastará a muchos para situar a esta banda en el casillero de la música experimental. No estoy seguro de que con eso se salde la cuestión. En todo caso, Ül genera interrogantes similares a los de bandas con las que comparte cierta filiación: pienso en los Vibracathedral Orchestra en particular.
Como sea, los interesados podrán develar el misterio y apreciar por sí mismos hoy miércoles 22 y el próximo miércoles 29, cuando el trío se presente en el Virasoro Bar (Guatemala 4328 en el barrio chic de Palermo) Lamentablemente obligaciones laborales me impedirán estar allí. No obstante, mi espíritu acompañará.