Saturday, May 21, 2011

El sexo de los escritores

Muchos narradores dedican toda su atención y sus mejores adjetivos y adverbios a describir el rubor de una mejilla o la entonación de una carcajada, pero después callan cómo es el cuerpo desnudo de ese mismo personaje, o su sexo, o cómo llega más o menos exactamente a su orgasmo. ¿Pero cuál es el sentido de defenderse de la escena sexual, que es en definitiva la escena-madre, por medio de ironías, alusiones y liturgias teniendo en cuenta que se escribe para dar cuenta del ser humano en toda su entereza? Si esta tendencia a describir las lateralidades de los personajes y no sus centralidades es habitual en literatura, sorprenderá que ocurra lo mismo, con las variaciones del caso, en un terreno ajeno a la literatura como es el nudismo. Sí, sí, el nudismo. Por cuestiones estrictamente profesionales, y porque me gusta, estuve en playas nudistas. Quienes lo practican, aseguran que es naturaleza en estado puro: las asociaciones, presididas principalmente por varones, insisten en reivindicar el desnudo público desde una estricta ideología naturista, que equivale, para ellos, a desnudarse dejando de lado el imperio del sexo: en una playa nudista está bien andar en bolas, hablar con niñas y desconocidos, meterse al mar.. Pero esta apertura esconde un rígido código de prohibiciones, y violarlo conduce a la expulsión de la playa o, peor, a la comisaría. Si desde luego es obvio que todos se miran, el código es hacerlo con un disimulo tan eficaz y civilizado que no es fácil darse cuenta, aunque la intuición manda. Pero sobre todo es considerado pésimamente mirar lo que más nos resulta inevitable mirar (por naturaleza): el sexo. Sólo las niñas (no los niños) gozan de absoluta impunidad para ver sin desvíos los pitos de los hombres. Los demás, si lo hacen con insistencia, son acusados de pervertidos o gays (de las dos cosas me acusaron), y si son gays deben correrse hacia el lugar que les corresponde, a un costado. El caso de la erección exige tacto. Si pasa, hay que irse derechito al mar. Si uno se queda lo más pancho, parado y erecto, los fundamentalistas naturistas llamarán a la policía. Sólo ante esos peligros elijo leer un libro. Sexuado.

Publicado el 10 de Abril de 2011

Sergio DiNucci

1 comment:

escondete said...

Estimado: Tengo el agrado de acercarte a vos y a tus lectores nuestra primer micro novela: Ida y Vuelta.

Escondete!