Saturday, April 28, 2012

Entrevista a Fabiano Kueva: parte 4


N.- Contame un poco sobre el proyecto Mano a Mano. Cristian Proaño tuvo la gentileza de pasarme una copia y quedé verdaderamente impresionado: por descubrir un enorme reservorio de poesía ecuatoriana, que salvo por un par de poetas desconocía por completo, y por la concepción, diría bastante desenfadada, con la que lo armaron.
F.-  Ese proyecto, que combina experimentación sonora con poesía, está paradójicamente marcado por el fracaso. A mí me encanta aprovecharme de ciertas estrategias mediáticas para trabajar desde la precariedad. Me encanta publicar, me encanta producir. Ya teníamos experiencia de La Escuela del Escucha y se me ocurrió hacer un evento grande. Todo era muy precario. Conseguimos unos pequeños auspicios para hacer unos impresos. Conseguíamos la sala, nos llevábamos todo el estudio de grabación al teatro, prácticamente yo tenía que ir a vivir al teatro una semana porque era un teatro que no ofrecía ninguna seguridad sobre el equipo y me salía costosísimo armar y desmontar cada día por tema de transporte, de ayuda, de todo. Eran jornadas de grabación de una semana, con público lleno. Montaron un ring en el teatro. Era un ring redondo como en el libro de Joyce Carol Oates. Y fue interesante porque como nosotros no tenemos unas industrias culturales fuertes, no tenemos una tradición del registro, salvo Jorge Enrique Adoum que tiene una serie de experiencias en Casa de las Américas en La Habana, alguna grabación informal de César Davila Andrade.  Ahí aparece una vertiente interesante de discutir: dónde está el lugar del archivo, dónde están estos proyectos de gestión de la memoria. Ahí dijimos: - “hagamos un “archivo” que sirva para algo, que no termine en una bóveda ni en el disco duro de una institución ni nosotros en nuestro clóset y que sirva”.

N.- Lo que nos está pasando a nosotros ahora con todo un proyecto de recuperación de la experimentación sonora en Argentina que quedó atrancado en el CCEBA. Estamos viendo como volver eso público y darle un corte final.
F.- No es nosotros como dices porque es la inquietud de toda nuestra generación. Ana Romano en Bogotá tiene el mismo asunto, ha salvado de la basura prácticamente todo el fondo documental sobre Jacqueline Nova. Eso no va a ir a la bóveda de un museo como el fondo inaccesible para que vayamos cinco. En ese sentido creo que sí es muy generacional estar mucho más cercano a manipular ciertas estrategias de incipiente industria cultural o de los medios, como se quiera llamar. Hay una vocación por difundir a mayor escala. Y a nosotros desde el principio nos enganchó la idea de hacer un disco compilatorio. Lamentablemente nunca tuvimos auspicio económico y ese es un proyecto que yo financié de mi bolsillo. Hacíamos ciclos. Se grababa una semana, esperábamos un mes, dos meses a ver si cae la plata y grabábamos un segundo ciclo. Iban a ser cuatro, llegaron a ser tres hasta que en el tercero yo me quedé arruinado y ya no pude sostener el proyecto y se paró como al año y ya todo estaba grabado. No conseguimos dinero para producción, intentamos para post producción, tampoco. En esa época el Ecuador vivía una época atroz, de muy poco auspicio privado, ninguna política de apoyo público.

N.- Economía dolarizada
F.- Economía dolarizada. Era muy difícil, el proyecto se quedó parado como un par de años, yo me quedé con la esperanza de hacer el cuarto ciclo y así terminarlo hasta que pasaron dos años, tres años y yo dije: -“bueno, esto ya no lo puedo terminar”. Y ahí quedó. Luego me involucré en otras cosas y quedaba ahí y era como un pendiente que yo tenía porque el archivo de Oído Salvaje está en mi casa y cada vez que veía ahí esa caja llena de cassettes, de DATs, porque lo grabamos en cuatro canales en DAT, me daba así como un “Uf!, algún día lo haremos”. Hasta que un día (tomar distancia con el archivo fue bueno) se reactivó a propósito de la muerte de Jorge Enrique Adoum. Se muere Adoum y al día siguiente me llama el Ministro de Cultura y me dice: -“Hola Fabiano, cómo estás, ustedes tienen el único registro digital de Jorge Enrique Adoum. Hagamos algo”. Era un chiste que yo les hacía perversamente a algunos amigos. Tenemos un par de poetas muy mayores, muy buenos y paradójicamente los dos más viejos son los más contemporáneos. Pasa lo mismo con los compositores: el más contemporáneo de todos, Mesías Maiguashca, 75 años y los de 20 están pensando en gestos modernistas.
Y a partir de la muerte de Jorge Enrique surgió la posibilidad de que publiquemos su encuentro con Efraín Jara, un poeta muy interesante porque es el poeta más contaminado por la música: un tipo que oía a Stockhausen y estaba mucho en la música serial y la estructura de su escritura tiene que ver mucho con un juego de estructura musical moderna y contemporánea. Publicamos ese documento, hicimos diez mil gratuitos y ahí yo dije: -“Es el momento de acabar esto” y le presenté el proyecto a Prince Claus y entró. Fue un proyecto bastante largo porque yo necesitaba más o menos 30 mil dólares para terminarlo y tenía 18. Entonces tuve que hacer un montón de ajustes, me tocó hacer casi todo el trabajo a mí. Quería hacer algo que obligara a la poesía ecuatoriana, porque la poesía ecuatoriana es extremadamente conservadora, de hecho en las grabaciones se nota que el gesto vocal, el grano de la voz como dice Barthes, tiene ahí sus tensiones porque el tipo de lectura que se ejecuta es muy de la tradición del recital poético excepto Paul Puma, algunos más jóvenes que tienen un uso del lenguaje más novedoso, más experimental. Es un apego muy lineal al texto escrito. Algunos incluso leen muy mal. Y para mí fue como una comprobación de que en los poetas no había una voluntad de desplazarse hacia otro lenguaje.

N.- La poesía sonora brilla por su ausencia.
F.- Exactamente. Yo le decía a Mayra: “nosotros hicimos un proyecto sonoro y terminó en evento literario” Encontré muy poca voluntad en ellos de reconocer que no estaban en un recital (de poesía), estaban en un escenario. En términos de experimentación en el lugar todo estaba permitido. En uno se metieron unos performers de un colectivo que se llamaba Los sánsicos de los 60, un grupo clave en cierta línea de vanguardia, los primeros que dejaron de publicar para ir a leer a lugares un poco anómalos. No leían en las grandes casas ni en las veladas artísticas sino en una onda muy militante, se iban a las fábricas. Tenían un gesto de perfopoesía militante, muy valioso, muy clave en la historia. De hecho estoy haciendo una antología de eso. Fueron los primeros que hicieron inserción artística en una radio, cinco programas en la Radio Nacional, la radio pública del Ecuador. Entonces, un poco para sacarme esta decepción de que no pasaba nada en términos sonoros en la lectura, dije: -“Hay que hacer el disco de versiones”.

N.- Christian me dijo que vos decidías qué músico se encargaba de qué poema.
F.- Hice un trabajo muy minucioso de ver qué texto le calzaba a quién, en algunos casos como productor yo me metí más, con otros menos pero creo que fue interesante.

N.- Maiguashca con Adoum es un par espectacular
F.- Creo que es bien representativo porque es justo el rol que quiere jugar Oído Salvaje: generar un cruce entre dos lenguajes que estaba cada uno en su lugar y, sobre todo, producir un dispositivo que sea accesible y lo más masivo posible. Hemos hecho 2000 ejemplares, hemos repartido gratis como 800. Es un fracaso de ventas el disco. Yo he quedado muy endeudado. De hecho tuve que aceptar un empleo para poder pagar las deudas. Hicimos una gira, Quito, Guayaquil, Cuenca, tres conciertos que han sido como interesantes, algunos se pueden ver en youtube y fue un buen cierre que yo quería hacer. En términos de producción quería que fuera muy variado y de hecho ahí estamos en el lindero con gente que está más en una línea musical no tan experimental, hacia la locura total. Porque hay gente que está entre que “compongo o no compongo, para qué compongo si nunca se publica, si no lo van a tocar”. Esa es una pelea entre los compositores porque nunca lo toca nadie.  A nivel de gremio REDCE es una buena reivindicación, que se toque a los compositores ecuatorianos. Nadie los toca. Hay obras sin estrenar.

N.- Del mejor compositor y gran crítico de la música contemporánea argentina, su obra es casi inexistente en el sentido de haber sido tocada alguna vez. Salvo por un par de esfuerzos personales. Ya falleció hace tiempo. Se llamaba Juan Carlos Paz. Un tipo muy polémico. Fue el introductor del dodecafonismo aquí en Argentina y ya hacia los '60 se había abierto hacia una música de eventos más en la línea de Cage.
F.- Yo conozco gente que está en esa tensión. Yo tenía un presupuesto muy bajo: ofrecía 200 dólares para los que viven en Ecuador, 300 para los que viven fuera. Y al final salió. Creo que es muy interesante haber generado una entrada a la poesía ecuatoriana desde una línea más sonora y otra estrictamente más textual. Con todo este anclaje formal del recital poético, de la declamación, fue como que cayó muy bien. En términos de circulación lo hemos metido donde hemos podido. Ahora lo estamos vendiendo a colegios secundarios porque yo tengo la casa repleta de discos y ya no sé qué hacer. Mi hijo no tiene donde jugar. Al asumir que es un fracaso comercial, porque lo pusimos en todas las librerías, en todas las tiendas de discos y en un mall y se vende nada, se vende uno, dos,  tres, hemos asumido que queremos que circule y lo estamos entregando prácticamente gratis.
En la angustia de que circule me inventé una microgira por pequeños barrios periféricos de Quito que funcionó fantástica. Se llamaba “¿Qué es poesía?”. Y yo me iba un poco con esa premisa, con una grabadora,  un power point y le decía a la gente: -“Bueno, y para usted qué es poesía. ¿Y usted conoce algún escritor ecuatoriano?” -Sí, conozco por ahí…” -“Están estos y también están estos compositores”. Y para la gente era un universo por descubrir y eso ha funcionado muy bien. Y la gente preguntaba: -“¿Yo le puedo copiar el disco?”. -“¡Por supuesto! Regálele a su hija, a su novio, a su vecina”. Y se armó ahí una vida que no le habíamos pensado al proyecto. Me fui como a doce barrios, así con una maletita a presentarlo y ha funcionado bien. Ha tenido muy buenos comentarios pero es un fracaso económico total. Afortunadamente tenía yo mi beca del Prince Claus que cubría para pagarle a la fábrica que hizo los discos y ahora quedan unas pocas deudas pero creo que fue un buen cierre.
Entonces entró esta parte documental que es útil y que no entra en esa línea de bóveda ni patrimonialista. Los patrimonios tienen sentido en tanto se oyen y se usan. Hay allegada mucha gente del hip hop que está sampleando todo a ultranza y me parece maravilloso. Fue un importante rapero al concierto de lanzamiento y me dijo: -“Esta es la mina” y le dije: -“Toma, licencia para samplear”. Y están haciendo otras cosas, otros usos que a muchos escritores les molesta. Ser sampleado les parece una violación pero ya habían aceptado, porque legalmente tuvimos que resolver la cesión de derechos de todos los músicos. Incluso en eso es inédito porque no existe un antecedente de una publicación donde el término de derechos de autor esté absolutamente legalizado, claro, todo el mundo tiene un contrato y entonces fue generar un proyecto que también trabajaba en esa línea. – “No, pero si a mí me publican en las antologías y ni me llaman”. Porque hay mucha sensibilidad, hay todavía este lugar de la escritura donde no quieren ser cortados ni fragmentados, peor sampleados, era una garantía que yo tenía para poder hacerlo tranquilo. Fue un cierre interesante. Para el medio es muy novedoso y ha funcionado bien y yo tenía pendiente, personalmente, terminar eso y por fin lo logré. No sé si has oído todo el disco. A mí me encantaría que lo comentes.
N.- Escuché partes. Pero sí, voy a comentarlo.

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