Tuesday, October 13, 2015

La música prospera en Factor Burzaco 3.76

Factor Burzaco 3.76. Algo más que el tercero, poco menos que un cuarto. Y la posibilidad de disponer otra vez en nuestro país, a diez años de su debut, de un disco de esta agrupación esencial. Hasta ahora sus álbumes habían circulado en el exterior bajo cuidadas ediciones del sello italiano altrOck. Pero parece que Abel Gilbert, líder y compositor del proyecto FB, sintió la necesidad de asentar una presencia en la escena local que excediera a la de esos pocos enterados que han (hemos) venido siguiendo con interés su singular evolución. Para ello realiza una apuesta que, como todas las iniciativas independientes, no carece de riesgos. Promete un concierto en la Usina del Arte para el próximo domingo 18 de octubre junto a Carolina Restuccia y el EPN trío, músicos que forman a su vez la columna vertebral del sonido Burzaco. El motivo, la presentación de 3.76, un CD editado de manera autogestionada que, dado el desinterés de la prensa mainstream, Abel insiste en difundir por canales alternativos: el boca en boca o, en su defecto, el sustituto tecnológico de aquellas entrañables relaciones personales que son hoy las modernas redes sociales. Una postura que, a mi modesto entender, parte de un acertado diagnóstico acerca de las transformaciones musicales de estos últimos años. Abel lo explica con una metáfora del filósofo Theodor Adorno:

La paleta de lenguajes que atraviesan esta música no es caprichosa, responde a la certeza de que determinados territorios que delimitaron, clasificaron y jerarquizaron la música han caducado. Fueron. Ya nadie se toma demasiado en serio la seriedad de la música seria. Con esa certeza Burzaco se ha convertido en el “medio” –el instrumento- para difuminar la frontera que separa a lo “bajo” de lo “alto”. En un principio, Factor Burzaco se configuró alrededor de un grupo refugiado en el sur (ya no: nos hemos dispersado por el mapa). Un sur que no solo es topográfico, el punto de un recorrido hacia la nada, sino también una forma de crear e intervenir en medio de la adversidad y la amenaza, sobre los escombros de una escena musical devaluada, en la que no solo se verifica una constante regresión de la escucha sino que se acentúan las dificultades materiales y de difusión. Entre 2004 y el presente han cambiado los formatos y se ha profundizado el proceso de desmaterialización de la música. Han irrumpido otros soportes y otras mediaciones. Nosotros seguimos apostando al disco. Como aquellos náufragos que lanzan una botella al mar, sabemos que siempre hay –siempre habrá- alguien del otro lado dispuesto a cruzar el límite de una práctica normalizada. Burzaco ha arrojado su botella. Que otros la tomen.”

Factor Burzaco 3.76 es un disco de versiones (no exactamente remixes) en donde el grupo reinventa su propio pasado. “Mesianik” y “Como acariciar un tigre muerto” señalan la considerable distancia que los separa de sus inicios. La primera ofrece un espacioso interludio instrumental -donde confluyen por igual flautas y saxos con guitarras, bajos y pianos- que se extrañaba en FB 1, dominado por la urgencia enrarecida que caracteriza el canto de la mencionada Carolina. La otra comienza con una introducción de piano en clave contemporánea y evoluciona hacia un avant funk  pletórico de pausas y cortes abruptos, que muestra la endiablada capacidad de Abel para generar atmósferas variadas en el medio de lo que, al fin y al cabo, sigue siendo casi siempre una canción. Me atrevería a decir que el nombre del juego consiste en la búsqueda de una belleza crispada, tanto más bienvenida en cuanto escapa a las coordenadas estéticas reinantes.
Hay multifónicos y vibratos, como los del “Qué” que inaugura el disco, un título que constituye una interrogación arrojada como un desafío. Dos piezas para piano solo en las capaces manos de Lorena Torales –“Mesianik en Saigón” (¿Messiaen en Vietnam?) y “Qué 2”- que indican tanto la familiaridad como la incomodidad de Gilbert ante la herencia de la música contemporánea. O la notable “Inter-dicción”, liderada por la guitarra crimsoniana de Pedro Chalko que dialoga con el vibráfono de Facundo Negri, mientras la Restuccia le hace honor al título jugando con una dicción entrecortada.
Los temas restantes constituyen un ámbito fluido en el cual Gilbert da rienda suelta a sus obsesiones. “LAS (y Orfeo)” propone una síntesis admirable entre Luis Alberto Spinetta y el Orfeo de Monteverdi. Una manera de violar las sacrosantas distinciones entre lo culto y lo popular. Una atmósfera morosa, de progresión ralentada, con una lírica hecha de fragmentos spinettianos y un coro renacentista (o del barroco temprano) que concluye con una cita doble de Hammond (al “Corto” de Pescado Rabioso y a la ópera del título) por parte de un invitado eminente: el mismísimo Carlos Cutaia.
“Arnold Turro” y “Dans Arnold Tanz” la emprenden contra Arnold Schönberg. Otro funk interrumpido por interludios de cámara que se burla del exasperante orgullo germano del compositor vienés y, en su continuación electrónica, lo pone a bailar entre procesamientos de voces que comienzan en clave de rap hasta concluir en tecno puro y duro. Un ajuste de cuentas con la tradición que constituye a su vez un manual de cómo trabajar contra ella.
Finalmente la trilogía de “Guantanabu” que constituía la piéce de résistance de FB 2. Menos electroacústica que en el original, persiste como homenaje a las complejidades de la música en el texto de Marcelo Cohen. Cambia el recitante (aquí Marcelo Delgado) y la forma de su configuración. El tono de la primera parte, amén del recitado, lo da el entrecortamiento de piano, guitarra (otra vez de resonancias al Robert Fripp de los ’80) y vientos. La segunda parte se caracteriza por unísonos de saxos y clarinete bajo que decantan en noise. El inesperado armonio del final le concede una cualidad de musique antique que delata la voluntad de atravesar horizontalmente todas las disponibilidades del pasado. La tercera añade gradualmente capas instrumentales en el marco de una repetición minimalista un tanto libre, de esas que permiten escapadas armónicas que una estricta observancia de las normas no autorizaría.

En definitiva, se trata de la cuestión de la perspectiva. ¿Cómo enfrentarnos a la abigarrada herencia musical que nos rodea? ¿Qué hacer con el pretérito, incluido el nuestro, desde el punto de vista del futuro? ¿Dónde situar la punta del compás que nos permita desde allí generar un movimiento? ¿Cómo configurar un manual de reinvenciones estilísticas que apunte a diferenciarse de tanto estímulo sonoro y nos permita establecer una identidad definida? Me consta que todo esto ha rondado la cabeza de Abel durante los últimos diez años. Es, si se quiere, el material del que está construido ese proyecto alucinado que se llama Factor Burzaco. No han sido muchas las oportunidades de atestiguarlo en vivo. El próximo domingo a las 18hs., en la Usina del Arte de La Boca, habrá una nueva. ¿Te lo vas a perder?

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